América era, para la emigración española, una promesa de nuevas oportunidades, la dedicación profesional y académica permitió, en muchos casos, cumplir esos sueños.
Fotografías
Mi padre construyó este Taller de afilar ambulante en los años cincuenta, como una adaptación del oficio tradicional orensano a las condiciones cubanas.
En el patio de mi casa conservo un motor instalado con poleas y ruedas de afilar, donde a veces hago algunos trabajos a petición de vecinos y amigos.
Todas las sociedades gallegas en Cuba, comenzando por las de instrucción, han tenido un espíritu muy abierto al resto de la colectividad de origen hispano.
Recién llegado a La Habana en 1956 comienzo a trabajar en los ómnibus urbanos, donde también doy mis primeros pasos en las luchas obreras.
Yo nací en 1913 en Murcia y con siete años ya estaba embarcando para Cuba, donde estudié pintura y escultura en la Academia San Alejandro.
Al graduarme de la Havana Bussines Academy, comencé a trabajar en la Compañía de Electricidad Cubana, que representaba a firmas como Westinghouse.
A lo largo de mi carrera he sido fundadora, profesora, directora y asesora de diversas Escuelas y Cátedras de Baile en las Sociedades españolas de Cuba.
Después de quince años trabajando de camarero logré comprar el Bar Polar con 3000 pesos, mi primer negocio propio, en la esquina de Águila y San Miguel.
Después de diez años con el Bar Polar, en 1947 lo vendí para ir con mi familia de visita a España y al regresar a La Habana compré el Bar La Matancera.
En toda mi casa puede verse el fruto de mis estudios de pintura, a la que cada vez dedico más tiempo y me produce grandes satisfacciones.
Uno de los primeros empleos de mi padre en Cuba fue en esta farmacia, o botica, como él recordaba que solía decirse en su “tierruca” natal, Cantabria.
Por motivo del V Centenario del encuentro de ambos mundos, en 1992, me invitaron a dar una conferencia en el Aula Magna, Universidad de La Habana.